Eres el grito desgarrado cayendo de lo alto
y sos la lágrima que quiere surgir pero no sale
de esos ojos opacos, que sólo miran hacia dentro.
Y no cae, no sabe de cosquillas en la cara
ni pañuelos mojados, ni mirada roja.
del final que ha llegado tras la larga espera.
No me digas más tu nombre...
Ni pronuncies el mío porque se perdió
en tanto silencio y reticencia por nombrarlo.
Cuando lo intentaste, ya no estaban ni el grito,
ni la lágrima, ni estaba yo.
Publicado en mi libro "De encuentros y desencuentros". 2010
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