Llovía de abajo.
Subía la lluvia
y caía al revés,
para volver a
exaltarse
y a hundirse otra
vez.
El viento
empecinado,
disponía de todo
disponía de todo
en caprichoso antojo.
Del agua y de los seres.
La gravedad ausente.
Estáticos los entes
de la lógica o el juicio,
dejaban cursar a la locura,
libre y recreadamente.
Lo real se volvió esquivo
a ojos descreídos
y asombrados en esa tarde
con lluvias, en un trece de enero.
Publicado en mi libro "De encuentros y desencuentros". 2010
No hay comentarios.:
Publicar un comentario