Quise ver tus ojos y encontré fulgores
mas no podías esconder en ellos
-los adivinaba- sentimientos
puros
que no dejaban resquicio a lo furtivo.
Sígueme mirando para que se vayan
mis miedos, con olvido de cosas del pasado
y en el bello volar del parpadeo
reaparezca en tu alma, eterna
enamorada,
tu amor por lo más simple o por lo inmenso.
Y se distinga claramente lo radiante
de toda la lealtad que te desborda.
Y me asombra el candor de tu inocencia
-como me asombra la lluvia lavando los pinares-
que se lleva la bruma de mis ojos y yo siento
que mi soledad se va muriendo... con la tuya...
cuando reavivas tu alma al despertar la mía.
Publicado en mi libro "De encuentros y desencuentros". 2010.
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