La luna se enciende de golpe
para que goce la sombra
nocturna y enamorada
y deja caer lisonjas
sobre la pareja amante.
Se llena de luz la tierra
-de esa luz que nadie usaba-
e ilumina y excita
el sentir de las pasiones.
Nadie puede ya
extinguir el plenilunio,
que siempre le habla la luna
a seres enamorados.
Quiere que en ella te duermas
si es que allí yo me adormezco
y cerrando tú los ojos
aprisiones toda mi alma
para vivir en ella.
Y que en el resplandor nocturno
-vinculante punto-
nuestros cuerpos abrazados sientan
cómo pulsa la sangre.
Publicado en mi libro "De encuentros y desencuentros". 2010
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