Cuando me vean ya viejo
arrastrando los pies, si es que
camino,
encenizado el pelo y recurrente
en contarles recurrencias,
redoblarán la ternura con que me
han amado
y entenderán tal vez algunas
cosas...
aquellas en las que estallaba.
Por qué obsesivo insistía en
jugar a lo divino
-que amar es cosa santa-
y trataba por eso de llegar a los
solsticios
o jugaba buscando llenar de
fantasías
tantas caídas y pérdidas del rumbo.
Lo entenderán... tal vez entiendan
cosas.
Que me disfrazaba de poeta y aun
así
no hallaba las maneras ni acertaba
las palabras
que en el justo sentido explicaran
todos esos hechos... ni cuánto los
amaba.
Tal vez llegando a viejo y con
arrugas
y repitiendo y repitiendo cosas
supuestamente sin sentido
lleguen a entenderlo... quizás
lleguen,
aunque es posible que ustedes,
hijos,
ya lo sepan.
Publicado en mi libro "De encuentros y reencuentros". 2010
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