Doblan las campanas.
Me acerco al ventanal
y al tañido de bronces
que se extingue.
Brillan destellos exteriores.
Miro tras la reja
el albor fugitivo
que se apaga.
Caricias que me envuelven.
Giro en torno a mí
y siento que presencias
me acompañan.
Es mi interior...
Es mi templo interior
el que alucina
y se acostumbra...
a ser dichoso.
Publicado en mi libro "De encuentros y desencuentros". 2010
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