Sólo
para aquellos en quienes confié
y
me defraudaron.
Me sigue mirando la acechanza arcaica
con sus ojos de cuarzo reluciendo micas,
me ha seguido aun en mis moradas
con su sagrada intimidad violada.
Mucha piel a la deriva, expuesta.
Mucho esfuerzo espontáneo a resarcirla
y reveses reiterados advertidos
en mi experiencia empírica.
Ha crecido mucho la palmera
plantada ese día en que evadía,
disperso
y abúlico, albures de la vida.
Ya
sobrepasó la altura de la tapia
tras
días y días de sobreponerse
a sí
misma y a tanto olvido en apatías.
Pero
pareciera que nada ha cambiado,
ni en
mí, a pesar de mis creencias,
ni mucho
menos en sentires que se esconden
en
palabras sugestivas y promesas vanas.
Manipular
la verdad y las personas
ha sido
una constante y ya viví lo suficiente
para
caer en nuevas emboscadas
sin ver
a los fantasmas que las rondan.
Publicado en m i libro "De encuentros y desencuentros". 2010
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