Con todo
cariño
a Peque y José Delgado.
Nunca estuvieron para mí olvidados
en la cara oculta de la luna,
sólo demoré en hacer el viaje
por esas heridas de la vida.
Silenciosos, sin alardes, me llamaron
en la necesidad imperiosa que vivía
y me sentaron a la diestra de su mesa.
El hombre esculpe su alma
y ustedes lo hicieron como artistas,
alumbrando la mía con su pábilo encendido.
Fue más fácil vivir en esa calidez de afecto
surgiendo de su propio dolor que por intenso
llegó a avergonzar mis sufrimientos.
Pero pude hacer el viaje y mirarlos
en la cara oculta de la luna y aprender allí
de amores, de grandezas y de entregas.
Publicado en mi libro "De encuentros y desencuentros". 2010
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