Déjame llorar hasta que muera,
pero no me dejes consentir lo inadmisible.
Que si muero por llorar habré dejado
el sentir de un alma amante.
Y si vuelvo a intimar el imposible
comprobado vaivén del derrotero,
moriré sin encanto y sin sentido.
Déjame morir llorando sueños.
Déjame morir de amor que es dulce muerte
y no el
renunciamiento a los anhelos,
vegetando en
estériles esfuerzos...
de vivir el dolor
de estar sin vida.
Déjame llorar, que quiero morir llorando
los amores, los sueños y los vuelos
que no fueron
y que me harán llorar...
hasta que muera.
Publicado en m i libro "De encuentros y desencuentros". 2010
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