Se planta la semilla
y se cuida
-a pesar de toda plaga-
esperando el fruto,
recompensa eterna.
Mas de pronto
cuando el verano anuncia
la cosecha plena,
aparecen inesperados albures
que todo lo arrebatan.
Si reviertes una lágrima
y la observas por dentro,
para mirar
lo que siempre veías por fuera
sin notar nada...
podrás ver, en su transparencia,
un resplandor, encendido,
encubriendo el precipicio.
encubriendo el precipicio.
Y como un lánguido desmayo
de
voces que rondaban
y no
fueron escuchadas.
Publicado en mi libro "De encuentros y reencuentros". 2010
No hay comentarios.:
Publicar un comentario