Y EL MAR SEGUÍA HABLANDO
Y el mar seguía hablando en la inercia
de esa convicción que lo seduce.
Es más fuerte la riqueza que en él yace
que la índole de su espíritu intangible,
que lo mueve... que lo impulsa.
Y si perdiese esa riqueza
y quedase sólo en él lo imperceptible,
quizás no conmoviesen al hombre
ni los ecos de sus olas...
ni sus luces en
reflejos...
ni su sal perdurable...
ni su
frescura...
ni
su ser.
Publicado en mi libro "De encuentros y desencuentros". 2010
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