Madura la noche en un rojo fuego
y en sombras desnudas rondan
corazones perdidos...
y en las fronteras del alma
arde una llama.
Vislumbro tu nombre
en otro cielo con luz, que me deja
ver
la blancura de mi alma -que
extrañaba-
y en tus ojos flotando mi dicha
-en rojos y sombras desnudas-
pues va llegando a lo más hondo
de tu ser.
Y los labios demoran el beso...
queriendo retrasar el instante,
cegado el entendimiento
sólo lleno de sentidos
y de esa luz y ese fuego.
Y finalmente, después del beso,
se enlazan los ecos de mi voz y de
la tuya
en susurros que se pierden
en los corazones... sin sombras.
Publicado en mi libro "De encuentros y desencuentros". 2010
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